Presentación

Cuando tuve que elegir qué estudiar tenía claro lo que no quería, yo sabía que quería trabajar con personas, con ellas y para ellas. Siempre me ha apasionado la humanidad, todo lo que se genera en las relaciones humanas y el poder que tiene una simple palabra o gesto para empoderar o para todo lo contrario. 
Así que mis opciones eran psicología, medicina o trabajo social. 
¿Y qué me llevó al trabajo social finalmente? Pues no lo sé la verdad, el destino quizás, si es que existe .

Elegir una carrera era fácil, al menos para mí lo fue. Lo hice con la ilusión de alguien de 17 años que piensa que después de estudiar para ser trabajadora social lo sería . A ver era lo lógico ¿No?. Pues no.

Amigos míos conseguir empleo de trabajadora social( y a empleo me refiero que te paguen y sea lo suficiente para a poder vivir) no es fácil, nada fácil. En algún momento llegué a pensar que sería imposible. Y como mucha gente en esta profesión, terminé entre tiendas de ropa y alguna que otra cosa. Entre percha y pantalones se escapaba la esperanza de ejercer mi profesión, hasta estudié un máster en administración y dirección de empresas, resignada ante la realidad.

Y entonces un día en el ordenador salió un anuncio de una academia para preparar oposiciones de trabajo social en Madrid. Lo vi y me dije ¿Por qué no?. Y así un día cualquiera y sin ninguna reflexión empecé a ser opositora. 

Una época larga, dura y muy estresante pero tenía claro que la iba a aprobar a la primera, y si no a la segunda, pero yo sacaba la plaza sí o sí. 

Finalmente así fue queridos y queridas mías, un día cualquiera de noviembre de 2020 por obra y gracia de la oposición ya era TRABAJADORA SOCIAL.




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